Corren tiempos turbios en los territorios más frágiles de la cultura, desaparecen festivales de cine, de artes escénicas, se recortan presupuestos, se eliminan actividades básicas en bibliotecas, se revocan subvenciones, algunos teatros están en peligro de muerte... un gran tejido artístico-cultural que se ha ido entrelazando, fortaleciendo y enriqueciendo durante los últimos 30 años en España está a punto de desmoronarse.
Ante cuestiones esenciales como la sanidad, la educación o la vivienda, la cultura parece ser un lujo, esta situación puede hacernos perder la noción de por qué la cultura es necesaria, es más podemos empezar a creer que no lo es. Pero la inesencialidad de la cultura es sólo una apariencia engañosa por muchos motivos.
En primer lugar, la cultura es un derecho básico recogido tanto en el Artículo 44 de la la Constitución Española, como en el Artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En segundo lugar, la cultura en nuestro país representa un 4% del P.I.B, también representa un motor económico, fuente rica de autoempleo, generadora de proyectos que enriquecen y mejoran barrios y negocios colindantes a lugares donde se desarrollan eventos artísticos. Atrae al turismo y beneficia a la hostelería. Creo que en los tiempos que corren este punto no es nada despreciable.
Y en tercer lugar, y mucho más importante, la cultura, y más en concreto el Arte tiene valor incalculable para nuestra sociedad: es emancipatoria, pedagógica, nos hace libres e independientes, abre puertas a nuestra curiosidad, a nuestras ganas de conocer e investigar. Hace crecer y madurar a la ciudadanía. ¿Tal vez por ello hay un desinterés general por estos temas en el clima político actual? ¿acaso no les interesa a nuestros gobernantes –presentes y futuros-, contar con un pueblo crítico, creativo e inteligente?
No quiero un futuro para mis hijas en el que no se contemple una protección del Arte y la Cultura por parte del Estado y sus gobernantes. Quiero que mis impuestos se dediquen a ayudar a los creadores, investigadores y generadores de proyectos culturales, pues me parece que cada céntimo de euro invertido en estos sectores es mucho más constructivo y rentable que los empleados en defensa, por ejemplo.
Asumo recortes, para todos los sectores, asumo estrecheces, asumo cambios de modelos, pero no es asumible un deterioro del estado de bienestar en sus aspectos básicos, y dentro de estos aspectos básicos, para mí debería estar incluida la Cultura, su protección y su accesibilidad.