Creo que muchas veces la presión social sobre las madres, los medios de comunicación, etc. quieren hacernos pensar que la maternidad no cambia nada, que deja todo como estaba, tu cuerpo, tu sexualidad, tus relaciones sociales, tu trabajo… y eso es totalmente falso. La maternidad te pone cabeza abajo y te remueve, y esa metamorfosis, real y dolorosa se convierte en lo mejor que te podría haber pasado, pues no sólo nace un niñ@ -o en mi caso dos-, sino que nuestra vida también renace (nace una madre, una nueva mujer, otro espíritu, otra visión…).
El caso es que después de esta re-evolución interior, están sucediendo ciertos acontecimientos en mi vida que me están conectando con quien era antes, que en realidad es la misma persona que soy ahora: reencuentros con amigas de la infancia y la adolescencia, una imagen exterior más aproximada a mi propia imagen interior, revoluciones exteriores que me inquietan, me emocionan, me ilusionan, y, sobre todo, el haber destetado a mis hijas… esto me ha llevado a otra etapa, a otro nivel y ahora vuelvo a ser yo sin serlo realmente, siendo más y, seguramente, mejor, pues yo ya no soy sólo yo, sino que siempre ya seré nosotras.
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