miércoles, 12 de octubre de 2011

No me gusta trabajar

<<Como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán "La ociosidad es la madre de todos los vicios". Niño profundamente virtuoso, creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia que me ha hecho trabajar intensamente hasta el momento actual. Pero, aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones  han experimentado una revolución. Creo que se ha trabajado demasiado en el mundo, que la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado enormes daños y que lo que hay que predicar en los países industriales modernos es algo completamente distinto de lo que siempre se ha predicado>>.
Así comienza Bertrand Russell su célebre “Elogio a la ociosidad”. Cuando leí por primera vez este texto confieso que me sentí aliviada: tener una visión negativa del trabajo no parecía ser algo tan extraño y horrible si antes lo había declarado todo un Premio Nobel.
No hace falta ser un anarquista radical anti-sistema para creer que el trabajo no es bueno, que no me dignifica, que no suele ser más que un modo de perder tiempo vital, de alienarnos, de hacernos menos personas y más objetos de consumo.
Se me objetará que todo ello depende del trabajo que desempeñes, de tu remuneración, de tu vocación o pasión por lo que haces. Evidentemente no es tanto el contenido propio del trabajo, como la forma en que este se organiza, los horarios incomprensibles, las jerarquías, las distancias que hay que recorrer y el tiempo no productivo que muchas veces se pierde, por no hablar de la falta de reconocimiento material, social y moral de muchas tareas y profesiones. Muchos de estos problemas que frustran y hacen infelices a millones de personas en el mundo seguramente podrían resolverse de una forma sencilla atendiendo a los avances tecnológicos y al reparto más equitativo de los tiempos y los salarios.
El caso es que quería llamar la atención sobre este tema, no sólo a propósito de la conciliación familiar –cuestión que deja bastante que desear en nuestro país-, sino también por el bien, la satisfacción y la felicidad general de nuestra sociedad.
Y Russell no ha sido el único que ha planteado el conflicto trabajo-ocio. Diferentes autores han argumentado contra las obligaciones laborales desde puntos de vista morales, sociales, antropológicos, psicológicos, biológicos… y han intentado aplicar diferentes soluciones, dependiendo de la ideología del autor, la época o el contexto. Seguramente la polémica es tan ancestral como el propio trabajo. Nos podemos remontar a los Cínicos y a los que por ellos han sido influidos. Otro episodio popular al respecto, lo protagonizó Paul Lafargue con “El derecho a la pereza”.
Y lo último que he leído sobre ello, mucho más poético y profundo que todo lo demás es de Michel Onfray en “La escultura de sí. Por una moral estética”. No es que sea un libro temático acerca del tiempo y sus usos, pero aborda la cuestión con elocuencia:  <<Recordemos que el empleo del tiempo, que es voluntad de alternar en bloques de duración medidos y calibrados la libertad y la necesidad, el trabajo y el ocio, es un auxiliar del principio de realidad contra el principio de placer, claro está. Y esto en todos los casos posibles. En virtud de esta aritmética se deciden la dependencia y la independencia, lo laborable y lo festivo, el trabajo y las vacaciones. Lados nocturnos y lados diurnos. Inviernos sin sol y breves noches de verano. Los ritmos de la civilización ignoran los del individuo, que son circadianos. Más aún, los destruye, los reducen a la nada en aras del orden social, convertido en economía. El tiempo burgués es productivo, factor de acumulación para la reproducción. Supone la mecanización de la jornada. El del dispendioso, en cambio, es gozoso, principio de consumación y auxiliar de la invención. Induce una transmutación de los valores al final de la cual el individuo ya no está al servicio del tiempo, sino, al contrario, el tiempo está al servicio del individuo. Obedece y se somete a su ley, a sus caprichos>>.
Creo que entre todos me han convencido… menos mal que mañana es fiesta.

2 comentarios:

  1. Esta idea es el verdadero gran secreto de la humanidad! y es la revolución de verdad!
    Feliz cumpleaños, Sophie, lleno de ociosidad, sexo, caricias, música y comer delicias con las manos!

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  2. Precioso i necesario post, muy de acuerdo contigo.

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